Cerca de la media noche, ya todos dormían, Hector y yo estabamos tirados en la hierba contemplando las estrellas, cuando vimos una estrella fugaz, una estrella que caía, una estrella que moría ante nuestros ojos, fue recontra alucinante.
En la mañana del domingo entre los estirones, bostezos y el rico desayuno, apareció Cesar, un señor que salió de Lima solo y trato de darnos el alcance pero la noche no lo dejó obligándolo a pernoctar donde pudiera, me contó que como a las tres su termómetro marco 6 grados que coincidía con la hora en que la gente del campamento habían escuchado el canto de un animal
salvaje que tal vez no podía dormir por el frío.
Ninguno de los que estabamos, había subido antes hasta las ruinas de Chingana, esto pensaba yo lo hace mas interesante, nadie sabía con exactitud el camino, ni el tiempo exacto sólo teníamos referencias como (allá arriba donde esta la niebla , al costado de ese árbol).
Al empezar el primer tramo no me detuve hasta darme cuenta que estaba solo y en ese momento me sentí observado por las flores que parecían llamarme, ven huéleme a mí, no a mí, parecían decir, me quedé inmóvil ante tanta belleza, hasta que llegaron los demás.
Llegamos todos juntos a lo que parecía ser las ruinas, pero nadie estaba conforme con lo que veíamos, unas cuantas casas de adobe construidas sobre la base de las ruinas y una que otra pared por ahí, Hector sabia que esas no eran las ruinas , así que se adelantó para buscar alguna pista que nos condujera hacia las ruinas, un hombre que pasaba con sus animales le dijo que
mas adelante habían mas ruinas , esto nos alentó a todos a continuar a pesar del cansancio, ya era algo personal, llegar hasta el final, conquistar el respeto de los Apus , que nos observaban. Eso de alguna u otra manera lo sentían todos, bueno, el camino era más suave, me dediqué a ver los rostros de mis compañeros, logre ver a Ericka y a Rocio con un rostro de feliz cansancio
de disfrute que me causó una sonrisa , Danilo con un rostro serio, muy metido en sus pensamientos como meditando, luego me di cuenta que todos tenían una expresión se felicidad difícil de describir, de tranquilidad, de armonía con todo lo que los rodeaba.
En el camino cruzando un riachuelo Susy resbalo y cayo al pisar una piedra yo que era el que la seguía así que me apresure a levantarla pero ella ya estaba de pie con un rostro pálido igual
al de Walter su esposo solo que el estaba mas asustado., llegamos a una especie de plaza cercada por una pared que en su mayoría estaba cubierta por la vegetación y solo nos permitía ver unas cuantas entradas a unos corredores oscuros que conducen a unos pequeños cuartos, luego nos echamos a descansar saboreando algo de alimento, un poco de agua y mucho aire puro.
De regreso a las cataratas donde habíamos dejado nuestras cosas en la casa de señora Victoria, ya bien acostumbrados a los picotazos de las ortigas que todo el camino nos recordaba su presencia, escuche de la boca de Rocío !malditas ojalá no existieran a quien Ericka contestó "todo lo que ves tiene una razón, un lugar y un porqué en el equilibrio de la naturaleza" .mientras esperábamos a los demás en casa de la señora Victoria , ella nos contó que la ortiga era muy curativa , alivia dolores musculares y hasta la gripe cura, dice ella muy convencida, así que me anime , el señor que la acompaña saco sus hierbas y me empezó a frotar el pecho y la espalda !que tal picazón!, luego se animaron Erika y Hector . nos despedimos de la señora y de su perrita que nos había acompañado todo el día.
La bajada exige esfuerzo y concentración, ya estabamos cansados y el camino era rocoso, cada quien a su estilo fuimos bajando unos rápido otros lento, ya en la plaza de San Jerónimo de Surco me detuve a observar como temblaban mis piernas.
Para los que estamos enamorados de andar por las montañas y sabemos disfrutar del cansancio , el cansancio y el esfuerzo es placer., afrontamos valientemente el retorno al peligroso bosque de concreto, con la seguridad que pronto nos volveremos a ver las caras en un próximo viaje.
Desde aquí quiero agradecerles a todos los que estuvimos en Palacala por ser como son, en especial a Danilo por el rollo de fotos que me dio cuando se malogró el mío y por sus sabias palabras : no te preocupes, cuando alguien necesite algo que tú tienes y se lo puedas dar dáselo.