Asociación de Deportes de Montaña Aire Puro
San Buenaventura - Cushpa - Obrajillo
Excursión # 242
Mayo 2005


Reseña de la Actividad
Por Yelinna Pulliti:


El punto de reunión fue al frente de la PUCP a las 7:30am aunque en realidad salimos a un cuarto para las ocho. El camino a Canta (donde se encuentra San Buenaventura) está yendo por la Av. Universitaria hasta el fondo, pasando las chacras de Carabayllo. De aquí a unos años es seguro que esas chacras ya no existirán, víctimas de la invasión urbana.

El camino hasta San Buenaventura estaba calculado en tres horas, pero el chofer se equivocó de ruta y casi llegamos a otro pueblo: San Miguel. A Buenaventura hemos llegado a las once y media de la mañana.

El ascenso dura aproximadamente tres horas, por allí alguien dijo que todos esos cerros estaban verdes gracias a las recientes lluvias, y debe ser así porque aún estamos en época de lluvias. Hicimos una breve parada junto al camino para esperar a los rezagados y descansar un poco, especialmente porque habíamos estado caminando bajo el fuerte sol de la sierra. El camino de subida se siente como subir una escalera infinita donde ya se empieza a sentir un poco la falta de oxígeno, pero sólo un poco, de más de veinte personas sólo dos no pudieron llegar a las ruinas de Cushpa. éstas ruinas están a una altura teórica de 3800 msnm, pero Dante estimó unos 3500 en realidad. A esa altura el sol se ocultaba por ratos, y es interesante ver cómo las nubes proyectan su sombra en los cerros y en el fondo de las quebradas, cientos de metros más abajo. Es un paisaje precioso, incluso cuando no hay sol. A mi parecer, la época de lluvias ya terminó, no llovió ni una sola gota.
         

Llegamos a Cushpa alrededor de las dos de la tarde y paramos 40 minutos (que terminaron siendo una hora) para comer, cambiarnos los polos mojados de sudor y tomar fotos. Este complejo arqueológico no es grande y se lo recorre en pocos minutos.

El camino de bajada es más fácil pero también muchísimo más largo. Serpentea por la falda de los cerros de una manera casi obsesiva y parece dar vueltas y vueltas por todo Canta antes de llegar a Obrajillo. íbamos casi al trote ayudados de la gravedad y encontramos varias pequeñas cascadas donde nos detuvimos a tomar algunas fotos. A veces el camino estaba tan cerca al desfiladero que me sentí tentada de preguntar si es que, en algún momento, algún excursionista había muerto al caer al abismo. Para entonces el sol ya se estaba retirando por atrás de las montañas, empezaba a hacer frío y varios tramos del camino estaban muy enlodados. La ruta nos obligó a pasar por un río en el que no hay puente y en el que cada uno se las arregló como pudo para cruzarlo. Fue una suerte que nadie acabara de cabeza en el agua helada.

En el camino nos encontramos con grupos de vacas, caballos y burros, incluso dos adorables terneros :) De cuando en cuando, los que íbamos delante, nos deteníamos para no perder contacto con los de atrás, y también para que Dante (quien siempre tenía a mano el walkie-talkie) los guiara por el camino correcto, porque llegó un momento en que se desviaron de la ruta y corrieron peligro de perderse.

Se puede distinguir Obrajillo a una hora de camino aproximadamente. Hubo ratos que oímos música, y parecía que el pueblo ya estaba cerca, pero aquí las distancias son engañosas. Se hacía de noche cuando la mitad de nosotros alcanzó la carretera, y ya la oscuridad era total cuando llegamos a Obrajillo. Mientras esperamos a los demás aprovechamos para comprar comida para el regreso. Aquí nos encontramos con un grupo de motociclistas que iban de ascenso. Ya no recuerdo quién me dijo que para eso se necesitan motos areneras. Sobre la fiesta, parece que la hubo, pues al llegar encontramos un escenario improvisado, pero la función ya había terminado. Las luces amarillentas de los postes alumbran apenas lo necesario y encontrar un baño es toda una hazaña.
         

Eran poco más de las siete y media cuando llegó el último grupo. Con sus linternas en la cabeza, parecían mineros que regresaban después de un día de trabajo. Diana, la última en subir, se ganó nuestros aplausos (está algo mal de la rodilla y aún así pudo completar el trayecto).

De noche, y con un poco de neblina, el camino completamente a oscuras, adquiere un aspecto casi fantasmal. Donde la luz ya no puede iluminar se ve tan vacío como el océano. Tanto de ida como de regreso pasamos por Santa Rosa de Quieves y un lugar llamado Yancas.

Llegamos a Lima poco después de las nueve de la noche y a la PUCP una hora después. Incluso antes de llegar a la ciudad, se puede saber que no falta mucho porque las estrellas ya no se ven con la claridad de la sierra, además Carabayllo puede reconocerse porque casi siempre está cubierto de neblina..

Regresar a la Página Principal de Aire Puro


©Aire Puro
airepuro@pucp.edu.pe